Después de tres meses finalmente estábamos de camino a casa. Cuando vimos el río Swat, mi padre se echó a llorar y luego cuando vimos Mingora todos no echamos a llorar. Todo estaba roto, las tiendas también. Cuando llegamos a casa, mis hermanos fueron a buscar los pollos y vinieron llorando porque se habían muerto de hambre. Yo fui corriendo porque había dejado mis libros escondidos en un hueco secreto y estaban impecables. Luego entramos a ver cómo estaba el colegio. Entré a una sala y grité porque estaba llena de cabezas de cabra, hasta que me dí cuenta que eran restos de comida. Mi padre y yo supimos que había estado ocupado por miembros del ejército. Fuimos arriba y habían hecho un agujero muy grande en la pared para ver las calles. En el despacho, los de ejército habían dejado una carta. Entonces me dí cuenta de que no quiero ser médico, quiero ser líder político para resolver los problemas de nuestro país.
Alba Aliaga
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