El viaje al monte Everest
¡Hola amigos soy
yo, el mago viajero!
Y os voy a contar el viaje
más frío de todos a los que he ido.
Era un día muy caluroso. Yo
estaba en el sofá leyendo un libro y se me ocurrió la idea de irme al monte Everest. Me fui a alquilar
un helicóptero y cuando estuba en la falda de la montaña me entró hambre, así que comí un bocata, que era una barra de
pan entera con jamón y queso.
Después llegué a mitad de
las laderas y se hizo de noche, así que
acampé allí.
Era ya de día, eran las 7:00
de la mañana, y seguí mi camino, ya no podía quedarme allí otra vez a dormir.
Cuando estaba muy cerca de llegar a la cima grité: ¡siiiiiiiiii! al mundo. Y
entonces pum se cayó la roca en donde estaba yo y desperté al Yeti y dije: ¡oh
!, ¡no!, ¡todo menos esto!.
Así que corrí, lo malo era
que escogí el camino que era todo hielo fino, y cuando me volví a mirar a atrás
vi al Yeti patinando, pero lo que no
sabía es que hubiera talla de patines sobre hielo para Yetis.
El hielo se rompió al final
de tantas piruetas, y yo al menos no estaba en la zona de hielo.
Yo fui a la cima, otra vez, pensando por qué el Yeti no
fue a por mí y lo supe enseguida, él sólo quería patinar. De repente, ya no podía respirar y me desmayé. Por suerte
venía un grupo de alpinistas y me salvaron la vida.
Yo se lo tenía que agradecer, y no
sabía cómo, así que les pregunté y ellos
sólo querían un pelo del Yeti. Vi en mi chaqueta que tenía pelo de Yeti y les
di un pelo a cada uno y yo me quedé uno de recuerdo.
¡Casi me muero si no
hubiera sido por ellos! Esos días aprendí una valiosa lección que fue: nunca
vayas de viaje a un lugar que no tenga aire para respirar.
Bueno, aquí se acaba mi historia, pero os contaré más historias. ¡Hasta la próxima de mis aventuras!
Adiós Angela
5º
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