lunes, 14 de marzo de 2016

MALALA Capítulo 4: Una advertencia de Dios

Un día de otoño, cuando aun estaba en la clase de primaria, los pupitres empezaron a temblar y gritamos: ¡¡TERREMOTO!!. Fuimos corriendo afuera y algunos de nosotros nos caímos. Cuando nos apiñamos en la estrecha puerta, algunos niños lloraban. Vivíamos en una región en la que había terremotos con frecuencia. La señorita Ulaft nos dijo que nos tranquilizáramos, pero a los pocos minutos se produjo otro gran terremoto. Nos enviaron a casa a todos. Al llegar, me encontré a mi madre en el patio leyendo versículos del Corán. Aquel terremoto del ocho de octubre de 2005 fue uno de los peores, alcanzó 7,6 grados. Nuestra ciudad no fue de las más afectadas.
El gobierno tardó en llegar pero vinieron voluntarios del TNSM que ayudaron a reconstruir aldeas y recogieron a los más de 11.000 niños huérfanos que quedaron solos.

Alba Aliaga

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