El mago
lector viaja al arrecife de coral
Una mañana normal,
el mago lector se levantó de la cama y se fue a desayunar.
Cuando se
vistió, se fue a casa de su amiga brujilla a ver que le pasaba porque hacía mucho
que no le llamaba para irse juntos de viaje. Llamó como cuatro veces a la puerta y nadie contestaba. Pensó
de cuántas maneras podría abrir la puerta, pero después de pensar mucho rato,
le vino a la cabeza que era mago y podía hacer magia así que empezó a decir
estas palabras: “gusano de seda, plumilla de cabra y saltamontes amarillo, ¡que
se abra el pestillo!” La puerta se abrió y estaba la bruja tumbada en una gran
silla plateada.
El mago le
preguntó: -¿Qué te pasa brujilla?
Y la bruja le
contestó: Estoy muy enferma; si quieres ve
tú de viaje. Yo esperaré a recuperarme.
El mago le
dijo: -Entendido lo pasare genial de parte de los dos. Ya sé donde me iré, iré al arrecife de coral pero…para eso
necesito ropa de agua. Ya sé, soy mago y puedo hacer magia. Que aparezca un
traje de agua y unas bombonas para respirar.
Y lo que dijo
el mago apareció. La bruja dijo unas palabras y el mago apareció en el arrecife
de coral.
El mago se metió en una especie de algas, y de
repente… apareció una familia de pececitos naranjas y rayas blancas. El mago se
quedó asombrado y les preguntó si se podía quedar en esa casa hasta que
regresara a su casa. Los peces decidieron que se quedara, pero con una
condición: que les protegiera de los tiburones. A la mañana siguiente, decidió
visitar el arrecife pero no encontraba la varita; eso era para él un grave
problema. No podría salir de la casa porque
si le atacaba un tiburón no podría hacer nada. Ni tampoco podía llamar a la
bruja. El mago preocupadísimo se puso a buscar por todos los rincones de la casa, y al fin la encontró:
la tenía el pez pequeño de la familia en su “pez-cuna”. El mago decidió visitar
por fin el arrecife de coral. Salió de la casa y en ese instante vio un tiburón. Él no pensó más que en correr
y no mirar atrás ni se acordó de que tenía magia, corrió y corrió no miro en
ningún momento atrás.
Cuando a
continuación vio a su amiga brujilla,
ella dijo:-¡Corre ven hacia mí y no mires atrás! El mago le hizo caso y no miro
en ningún momento. Cuando llegó a donde
estaba la bruja hizo un hechizo y el tiburón desapareció. El mago lector muy
contento de que la bruja estaba ahí con él, le dijo: -Vamos a comer pez espada
y nos volvemos a nuestra casa. La brujilla, muy contenta, fue a por ese pez
espada que al mago tanta ilusión le hacía. Cuando ya lo habían pescado, se lo
comieron con patatas, después de un gran festín, decidieron marcharse. El mago
lo primero que quería hacer antes de irse era despedirse de la familia de peces
y, sobre todo, del pequeño pez que le había encontrado la varita. Después de
despedirse, la bruja dijo un hechizo y aparecieron en su casa. El mago le conto
toda la aventura a la brujilla.
El mago muy
contento quería viajar otra vez pero esa vez con la bruja. Y colorín colorado
esta aventura se ha acabado.
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